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¿Alguna vez te ha dejado de funcionar el móvil, la impresora o nevera sin motivo aparente? Descubre por qué se estropean estos productos misteriosamente y cómo podemos solucionarlo. Comenzamos.
Para aquellos que no lo sepan, la obsolescencia programada consiste en la planificación del fin de la vida útil de un producto; en otras palabras, que los fabricantes los programan para que dejen de funcionar en un tiempo determinado, y coincidiendo curiosamente con el fin de la garantía. Pero retrocedamos a 1871 para conocer sus orígenes. En ese año, Thomas Edison puso a la venta su primera bombilla con una vida útil de 1 500 horas. Por aquel entonces su misión era conseguir una bombilla los más resistente y duradera posible, pero años más tarde se creó una organización, llamada Foebus, encargada de regular el comercio de las bombillas y que impuso la norma de un máximo de 1 000 horas de duración: al fabricante que se pasaba de ese límite lo multaban. Pero, ¿por qué se hizo? Pues, porque si algo dura para siempre, no lo vuelves a comprar, la empresa no produce y, por lo tanto, no hay trabajo.
Sin embargo, esa tendencia no se impuso en los países comunistas en los que no había un mercado libre. Esto daba lugar a que, mientras las lavadoras y neveras que en el resto del mundo tenían una vida útil de cinco años, en estos países podían durar hasta veinticinco. También hubo casos como el de una fábrica en Berlín que no tuvo mucha suerte: creó una bombilla de larga duración pero fue tal el boicot recibido que la bombilla no pudo salir a nuevos mercados y, por lo tanto, acabó cerrando. ¿Sabías que en Livermore, California, se encuentra la bombilla más antigua del mundo? Lleva desde 1901 encendida, y ya se han roto dos webcams que la filman las 24 horas del día.
Seguramente muchos os estaréis preguntando si nadie hace nada para frenar la obsolescencia programada. Pues bien, resulta que hoy en día un gran obstáculo se ha cruzado en el camino de las empresas: Internet. Y es que Internet está ayudando a difundir cada uno de los casos de obsolescencia programada. Desde aquí quiero invitarte a que compartas este vídeo con el máximo de gente posible para que todo el mundo se entere de lo que hemos hablado y, de paso, que nos cuentes tu experiencia con la obsolescencia programada.
Dicho esto, vamos a conocer algunos casos que han tenido una gran repercusión. El primero ganado gracias a la Red fue el de Ipod: antes te comprabas un Ipod y, justo cuando acababa la garantía, la batería te dejaba de funcionar; eso te obligaba a comprarte un Ipod nuevo porque, claro, no cabía la posibilidad ni de repararlo ni de cambiar solo la batería. Pero un día uno de los usuarios perjudicados decidió hacer un vídeo donde lo explicaba todo de una forma atractiva y este vídeo llegó a muchísimas personas, entre ellas una abogada que le ayudó en la denuncia colectiva a Apple; ganaron el juicio y Apple tuvo que duplicar su garantía y crear un soporte técnico, además de mejorar la duración de sus baterías. Podríamos decir que Apple tuvo que ponerse las pilas.
Otro caso sorprendente es el de las impresoras que, de golpe, dejan de funcionar. Una de las técnicas que utilizan las empresas para marcar la vida útil de las impresoras es introducir una esponja que va absorbiendo la tinta sobrante de cada impresión; al llenarse, deja de funcionar y da la orden de reparar alguna de sus piezas, lo que lógicamente nos lleva al servicio técnico y donde nos recomiendan comprar una impresora nueva. La otra técnica que utilizan es introducir un chip que se encarga de contar las impresiones que llevamos y, cuando éste llega a un número determinado, la impresora deja de imprimir. El límite suele estar marcado en unas 20 000 impresiones más o menos. Pero Internet se ha cruzado también en el camino de estas empresas. De hecho, en la Red puedes encontrarte con webs donde te explican cómo resetear este contador. Lo hacemos y la impresora vuelve a funcionar perfectamente. Quizás tendríamos que cambiar el chip nosotros y no comprar más a estas empresas.
Actualmente una nueva tecnología está luchando contra la obsolescencia: se trata de las bombillas LED. Son unas bombillas que tienen una duración aproximada de unos veinticinco años, es decir, diez veces más que cualquier bombilla que podamos encontrar en el mercado. El problema es que estas bombillas tienen un coste superior y por eso solemos decantarnos por un producto más barato sin contar que, a la larga, sale más a cuenta uno caro pero también más duradero.
¡Ah! Y no podemos acabar sin mencionar el gran daño que la obsolescencia crea en el medio ambiente. La mayoría de los productos que supuestamente ya no funcionan son desechados normalmente a países de África, como Ghana.
Dicho esto, vamos con la pregunta de la semana: ¿Creéis que alguno de vuestros productos ha sufrido la obsolescencia programada? Coméntanos la marca, modelo y qué le ocurrió a través de nuestras redes sociales. No olvidéis subscribiros a nuestro canal para ayudarnos a crecer y así nosotros seguir sorprendiendo con nuevos vídeos. Recordad que podéis ampliar toda la información en nuestra web tecnonauta.com. ¡Hasta el próximo vídeo!
Fuente: Tecnonauta
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